Cada día me asesinas un poco más
con esa manera tuya de comunicarme que soy viejo,
cercano al final,
(deberían consolarme hechos
como que alguno de los
tuyos
acabará antes y de mala
manera,
pero no es mi estilo
recrearme con esos dolores).
Llego a casa y me obligo a pensar que tenías
razón,
aunque reflexiono que la
nada puede ser agradable,
quizá una situación con
ventajas increíbles. Imagina:
poder descansar todo el
tiempo de pelmazos como tú,
sin discutir lo mucho que
le queda a éste o al otro,
las rocas escarpadas (con
algún rellano para beber,
comer y echar unas risas)
que se han de sortear para
llegar al mar más placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envíame tus comentarios