miércoles, 19 de junio de 2019

Sangre




La necesidad de sangre es inherente a todas las fieras; también a las civilizadas. Desde la edad más temprana, un montón de chiquillos resuelven sus conflictos por la fuerza. Sin embargo, nuestra especie ha aprendido a educar a sus crías desde bien jóvenes en el camino de la razón, de la formación científica y cultural. Se ha observado de manera atávica que cuanto más de todo ello una sociedad sea capaz de poder transmitir a las generaciones que caminan detrás y delante, mayores serán las posibilidades de lograr la paz y evitar, por tanto, la distopía, y hemos confiado en que esa tesis era del todo asible, inspirados en la célebre frase de la pedagoga María Montessori.

Por la mañana, he leído un buen artículo sobre historia de Roma que me ha hecho dar una vuelta a un razonamiento que a la postre ha resultado avieso: y es que la civilización más sofisticada del mundo en su tiempo fue a su vez la más cruel, la más sádica: los juegos más notables del emperador Trajano, que se prolongaron 123 días sin interrupción, ofrecieron a Roma el triste espectáculo de 5.000 seres humanos muertos sin poder defenderse.

Y la multitud aún pedía más.

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