miércoles, 19 de mayo de 2021

Cuando todavía éramos verdaderamente sapiens

De ayer en mi patria chica me quedo con la imagen de la chica de la cruz roja que da agua a un inmigrante subsahariano deshidratado, exhausto, postrado en una playa del Tarajal, en la frontera de la esperanza y de la frustración, a punto de ser devuelto en caliente por las fuerzas de seguridad españolas. Es conmovedor el momento en el que la joven voluntaria, consciente de la tragedia del hombre, comienza a acariciarle la cabeza y éste le responde con un abrazo en el que ambos se refugian durante varios segundos. No hay nada más que hablar: no hay pose, no hay postureo. Todo es tan absolutamente sincero que anula cualquier otra posible definición. Son, en poco tiempo, una cadena de actos profundos, intravenosos. Si alguien tiene alguna duda sobre el concepto de realidad, yo le diría que es éste, ese instante de lo que acontece en el que uno ve que no puede haber engaño posible, probablemente una herencia, una costumbre de cuando todavía éramos verdaderamente humanos.

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