El placer flota a nuestro alrededor:
bajo el agua nos abrazamos,
enganchados, hilvanados
al tiempo indefinido.
Me despierto:
dentro de unos días,
los bañistas gritarán que es muy tarde,
que el paisaje se ha marchado entre nosotros
y vienen gaviotas cabizbajas,
y algunas gotas me pintan el pecho de años.
Me lo dice todo el mundo:
la pasión y el amor ya se han ido,
aunque algo de ternura quede en la piel de
las rocas.
Lo sabe todo el
mundo,
los bañistas entienden que ya es tarde,
que la vida se agobia y quiere volver a la orilla.
Es tarde
y una brisa me grita que debo partir,
que la
muerte está a punto de ser noche
y el mar
cierra pronto.
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