Me apasiona
releer libros que en su tiempo me impactaron de alguna manera; me gusta hacerlo
aún más si se trata de libros de segunda mano, polvorientos, libros de librería
de viejo, libros, por descontado, que leyera alguna vez en alguna biblioteca o tomara
prestados de las estanterías de cualquier amigo o sencillamente adquiriera
(difícilmente) en aquellos tiempos en los que no tenía ni una peseta.
En estos
momentos disfruto de ese gozoso ejercicio: llevo unos días leyendo genialidades
de Borges -me las leí casi todas en aquel tiempo, como era preceptivo-.
Las cuatro de
la mañana, sí, y sigo devorando esta valiosa copia del genio argentino.
Me paro en
alguna voz nativa, tal vez guaraní, y la anoto (‘chúcaro’). Está curiosamente
subrayada -yo también recuerdo haberla subrayado entonces, en aquella primera
lectura de juventud, dicho sea de paso -. Veo que, además, es la misma edición
de Losada, de ese asombroso ejemplar
de “Historia Universal de la Infamia”.
Ha pasado una
hora más, las cinco. Termino la obra. Cierro. Procuraré dormir un poco; tengo
que estar fresco para la clase de Literatura Universal de mañana a primera hora.
Pero hay algo que me llama la atención y me detengo un instante, robándole
cinco minutos más a mi desgraciado sueño: el antiguo dueño de este libro firma
su exlibris al final de la obra. Yo también tenía la manía de firmar los
exlibris al final de los libros. Gran casualidad: “Málaga, 17 de febrero de 1986.
Miguel Giner.” ¡Este libro me perteneció hace 30 años!
Me
hubiera gustado tener una tremenda biblioteca, tan inmensa como la tucumaniana
librería del padre del autor. Pero la realidad era bien distinta, aquel día,
como tantos otros, había quedado con los compañeros de curso para charlar sobre
el último premio ... y había que sacar algún dinero de donde fuera para pagar
al menos una ronda de chatos en la taberna de turno y quizá, por ello, aquel
libro (ya no recuerdo si comprado o con el sello de la biblioteca municipal)
fuera empeñado con urgencia imperante en la vieja librería junto a la facultad,
de donde quizás nunca habría vuelto a salir.
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