En la
terraza del Kojack, Orfeo, el poeta y
músico, hijo de Calíope, está tocando la guitarra magistralmente. Hay unas
cuantas hienas completamente hechizadas que descansan atónitas ante el
virtuosismo de sus acordes. Su mujer, Eurídice, va a servirle una copa.
Mientras le sirve la copa, una jodida serpiente de cascabel ha salido de la
nada para morderla en el tobillo, ahí justo donde se le acaba el
tatuaje. Una gran faena. Eurídice muere horas más tarde en el hospital general
a causa del letal veneno.
Orfeo,
el valeroso, para olvidarse del negro día después de enterrar a Eurídice, se
marcha a bucear hasta el fondo de un lago donde decide cantar “Stairway to
heaven” pero se da cuenta de que está debajo del agua y en los infiernos. Allí
convence a Caronte para que le lleve al otro lado del lago sin pagar el
transporte y lo hace. Cuando llega al final, hechiza al gran Hades para que
libere a Eurídice y la deje subir con él a la superficie. El cautivado Hades
solo le impone una condición: que no mire hacia atrás hasta que Eurídice haya
regresado completamente con él, pero detrás de él, a tierra firme.
Orfeo y
Eurídice se marchan. Cuando llegan a tierra firme, Orfeo se pone a tocar como
nadie lo ha hecho jamás esa conocida balada de Metallica. Eurídice le sigue y le sigue. Pero, en el último
momento, temiendo que Hades le esté tomando el pelo, Orfeo olvida lo pactado y
se gira con pasión para mirar a su amada...
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